Elegancia atemporal. Patek Philippe. Calatrava

Si hay un reloj que puede presumir de ser el paradigma perfecto de lo que es un reloj de pulsera, ese es sin duda, el Calatrava de Patek Philippe. Lanzado en 1932, su emblemático diseño se inspiró en el principio minimalista de la Bauhaus: “La forma de un objeto está dictada por su función”. Desde entonces se ha reinterpretado en innumerables versiones, entre ellas la legendaria referencia 3919, producida durante más de 20 años.

Sus líneas puras y sencillas lo convierten en la quintaesencia del reloj de pulsera redondo y ha resistido extraordinariamente bien el tiempo, convirtiéndose en uno de los más hermosos símbolos del estilo Patek Philippe. La elegancia de sus formas y de su diseño siguen seduciendo a cada nueva generación, gracias a su perfección atemporal y su sobriedad extrema. Ahora, casi nueve décadas después de su lanzamiento, vuelve de nuevo con fuerza, una nueva versión del famoso Calatrava con bisel guilloché “Clous de París” llega con un aspecto muy contemporáneo y manteniendo a gala aquello de que “la simplicidad es un arte muy complejo”. Este famoso bisel con motivo diamantado en forma de pequeñas pirámides, es un elemento decorativo que la firma suiza ha venido usando desde 1934 en algunas de sus más legendarias y míticas creaciones.

La nueva referencia 6119, cuyo número rinde tributo al histórico y emblemático modelo 3919 de 1985 y a la referencia 5119 de 2006, se distingue por: una caja depurada y refinada con un diámetro de 39 mm, ligeramente agrandado, lo que le proporciona un estilo más contemporáneo, realizada en oro blanco (Ref. 6119G-001) y oro rosa (Ref. 6119R-001), con fondo de cristal de zafiro y estanca hasta 30 m; una esfera gris antracita con satinado vertical en la versión oro blanco o plateada graneada, en la versión oro rosa, ambas con índices facetados de oro blanco de tipo obus, combinados con las agujas de tipo dauphine de las horas y los minutos, así como con un segundero pequeño; un nuevo replanteamiento de la forma de las ataduras del brazalete, que evocan al primer Calatrava de 1932, referencia 96 y brazaletes que se presentan en piel de aligátor con escamas cuadradas, negro brillante y marrón chocolate brillante respectivamente, los dos con cierre de hebilla.

Su configuración es la de un reloj especialmente robusto y de alto rendimiento gracias al nuevo movimiento de cuerda manual calibre 30-255 PS, dotado de una reserva de marcha de 65 horas. Se distingue por sus dos barriletes, montados “en paralelo” para que se armen y desarmen al mismo tiempo, lo que permite obtener un máximo de potencia en un grosor restringido, duplicando así la inercia del volante (10 mg/cm2, es decir, la inercia más alta de todos los movimientos Patek Philippe de 4 Hz). La incorporación de un “stop segundos” que detiene el volante cuando se extrae la corona en la posición de puesta en hora, permite ajustar el reloj con una precisión de un segundo. Así, cuando se presiona la corona, el mecanismo da un pequeño impulso al volante para hacerlo girar nuevamente.

En unos tiempos tan complejos como los que el mundo está viviendo desde primeros de 2020, Patek Philippe ha ido dosificando las presentaciones de sus últimas novedades a través de hitos temporales y plataformas digitales, una novedosa manera de mantener el interés por las nuevas creaciones y las nuevas versiones como la del Calatrava 6119, una referencia que va a marcar nuevamente tendencia y será, sin lugar a dudas, un reloj trascendental dentro de esta colección de la histórica manufactura ginebrina.

Patek Philippe en Miguel Muñoz. 

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