175 años de Patek Philippe: una gran historia en tres capítulos
La historia de la relojería, desde que surgió el reloj mecánico portátil hace unos 500 años, va ligada en su último tercio a la marca Patek Philippe, que a pesar de no ser una de las más antiguas, ha sido de las pocas que ha mantenido siempre su actividad dentro de su ámbito principal y siempre ha sido una empresa independiente en pocas manos.
Desde su fundación en 1839, Patek Philippe sigue situándose a la cabeza del arte relojero, la Alta Relojería, gracias a unas creaciones que combinan una estética refinada y una sofisticada técnica. Testimonio de ello, el Patek Philippe Museum, con un fabuloso repertorio de obras maestras nacidas en los talleres de la manufactura en el transcurso de estos últimos 175 años.
Reyes, reinas, hombres de Estado, dignatarios eclesiásticos, magnates y personalidades del arte y la cultura, han elegido desde mediados del siglo XIX los relojes de Patek Philippe, los cuales siguen estando actualmente entre los más buscados, tanto piezas recién salidas de los talleres como las vendidas en las mejores casas de subastas del mundo.
Antoine Norbert de Patek
Fue en 1833 cuando Antoine Norbert de Patek, hombre de gusto, que ha huido de Bohemia tras un nuevo episodio de Guerra polaco-rusa, llega a Ginebra. Desde el primer momento se siente fascinado por el arte relojero ginebrino y por el saber hacer de sus grabadores, esmaltadores y joyeros. Tras conocer al relojero François Czapek, funda el 1 de mayo de 1839 la manufactura relojera «Patek, Czapek & Cie – Fabricants à Genève». Su ambición: crear los mejores y los más bellos relojes del mundo.
Jean Adrien Philippe
A partir de ahí gracias a sus elegantes creaciones y a la nueva red de relaciones de Patek, la firma alcanza rápidamente el éxito. Sin embargo, las tensiones entre Czapek y Patek impulsan a este último a buscar un nuevo socio. Y lo encuentra en 1844, durante la Exposición nacional de los productos de la industria, en París, en la persona de Jean Adrien Philippe. Este relojero francés de gran talento ha inventado un mecanismo que permite dar cuerda al movimiento y poner las agujas en hora sin ayuda de una llave independiente.
Juntos forman el tandem ideal y en enero de 1851 la firma adopta el nombre “Patek, Philippe & Cie”. Philippe Inventor de vanguardia, obtiene varias patentes e introduce los métodos de producción más modernos y Patek pone el acento en la perfección estética (grabado, esmaltado, engastado) que convierten los relojes en prestigiosas obras de arte adoptando igualmente un novedoso estilo de marketing que va a situar a la manufactura entre las más reconocidas.
El fallecimiento en 1877 de Antoine Norbert de Patek y en 1893 de Jean Adrien Philippe no supone el fin de la empresa, debido a diversas inyecciones de capital y a la apertura de la sociedad a nuevos socios. Dos años antes de su muerte, Philippe cede su puesto a su hijo menor Joseph Emile y este lo cederá a su hijo Adrien, siendo este el último representante de una de las familias de los fundadores que permanece en el seno de la empresa hasta que en 1932, a consecuencia de las dificultades económicas resultantes de la crisis mundial, éste se ve obligado a buscar un comprador.
Los hermanos Stern compran la manufactura
La cúpula directiva recurre a los hermanos Charles y Jean Stern, propietarios de la manufactura “Cadrans Stern Frères”, que fabrica las esferas de alta gama y figura entre los proveedores preferidos de Patek Philippe. Las dos firmas mantienen relaciones amistosas y los hermanos Stern compran la manufactura e implantan una nueva filosofía de gestión de empresa, que combina el saber hacer relojero tradicional único y la excelencia técnica de Patek Philippe con los métodos modernos de dirección y de marketing. Patek Philippe es por primera vez propiedad de una sola familia, y puede tomar todas sus decisiones empresariales en base a una perspectiva de éxito a largo plazo. Este enfoque puede no parecer muy moderno, pero resultará ser sumamente beneficioso a lo largo de la historia.
Durante estos más de 80 años, cuatro generaciones de Stern, Charles, Henri, Philippe y Thierry, pilotaran los destinos de la empresa manteniéndola fiel a la filosofía de de la marca desde 1839, fabricar los mejores relojes del mundo, creando productos de muy alta calidad, obras de arte y auténticas piezas de colección.
Mítica es su colección Calatrava de 1932, que marcará la historia de la relojería, con un diseño inspirado en el principio de la escuela Bauhaus “la forma de un objeto viene dictada por su función”. Sin olvidar la técnica y las complicaciones, la manufactura se apasiona por la la pintura miniatura sobre esmalte, gran especialidad ginebrina, y constituye una fantástica colección de “guardatiempos” ricamente adornados (grabado, pintura miniatura sobre esmalte, esmalte cloisonné, esmalte champlevé).
La llegada del cuarzo
Con la llegada del cuarzo, a lo que contribuyó Patek Philippe junto con otros fabricantes relojeros suizos en el marco de un proyecto que dará origen, en 1970, al primer movimiento de cuarzo suizo de serie para relojes de pulsera, el “Beta 21”, los tiempos comienzan a cambiar. Llega el momento de reafirmar el objetivo original de la marca e innovar, nace así el reloj deportivo Nautilus y un poco más adelante Patek Philippe presenta el calibre 240 extraplano. Este mítico movimiento va dotado de un sistema de cuerda automática patentado, con mini rotor de oro de 22 quilates totalmente integrado en la platina. Ello posibilita la creación de relojes de pulsera extraplanos.
En 1989, en el 150 aniversario de la manufactura, se contrata a un equipo de ingenieros-constructores relojeros con el fin de convertir a Patek Philippe ‒una manufactura con un fuerte componente artesanal‒ en una manufactura industrial. La excelencia artesanal debe ser preservada, pero los relojes se construyen a partir de entonces en base a planos detallados y las piezas con la maquinaria más moderna. El objetivo es garantizar en todo momento la reproductibilidad y la calidad de los componentes, así como el mantenimiento y la reparación de los relojes Patek Philippe a largo plazo.
El reloj mecánico portátil más complicado del mundo
Para conmemorar su 150 aniversario, Patek Philippe desarrolla el reloj mecánico portátil más complicado del mundo, el Calibre 89, con 33 complicaciones, un récord imbatido hasta el momento. Durante este aniversario Patek Philippe obtiene un gran éxito. Y confirma el acierto de la estrategia de Patek Philippe, consistente en llevar a la manufactura hacia la meta de una calidad sin concesiones mediante la combinación de una ingeniería puntera, una excelencia artesanal y unos medios de producción industriales high tech.
La innovación, los nuevos materiales y las tecnologías más punteras, van a ser elementos indisociables a la marca Patek Philippe, sin dejar de lado la creación de piezas vinculadas con los “oficios de alta artesanía”. De esta forma la manufactura ha ocupado y sigue ocupando un lugar destacado en la historia de la Alta Relojería.
Esta empresa, con un efectivo actual de cerca de 2.000 empleados, se ha convertido en la más importante manufactura familiar independiente y desde 1996 ilustra su filosofía de “legado familiar” a través de una campaña publicitaria internacional, reinterpretada desde entonces, y que ha marcado la historia de la comunicación relojera por su éxito y por las recompensas que ha recibido. Gran parte de su éxito está en su eslogan: “Nunca un Patek Philippe es del todo suyo. Suyo es el placer de custodiarlo hasta la siguiente generación.”